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19.8.09

Algo que descubrí hace no mucho tiempo es que la clave de toda relación está en dejar ser al otro. Empecinarse en cambiar las cuestiones que nos molestan de la gente que queremos no puede acarrear buenos resultados. O la persona termina siendo lo que no es para complacernos o terminamos frustrados por la futilidad del proyecto. Dejar ser, sin embargo, tiene sus costos. El principal, el dolor. Porque la realidad es que, por mucho que amemos a quien tenemos al lado, muchas veces dejarlo ser implica aceptar que en ese dejar ser el otro nos lastime. No nos lastima directamente o, mejor dicho, en forma intencional. Pero, probablemente, sí lo haga más de una vez. Hoy me duele dejar ser.

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